miércoles, 13 de febrero de 2008

Turismo rural en Campo Arañuelo, Monfragüe y Los Llanos

En el norte de Extremadura, en la provincia de Cáceres se encuentran las comarcas de Campo Arañuelo, Monfragüe y Los Llanos, un extenso territorio que alberga una gran variedad de ecosistemas de gran relevancia desde el punto de vista faunístico, botánico o paisajístico; un lugar en el que se dan cita verdaderos enclaves naturales representativos de los biotopos más característicos de la Península Ibérica. Valles y sierras, ríos y embalses, dehesas y estepas, manchas de bosque y matorral mediterráneo, prácticamente inalteradas, proporcionan cobijo y alimento a numerosas especies. Tal diversidad de flora y fauna convierte este territorio en una de las áreas de mayor valor ecológico de España.

Pero si el patrimonio natural es destacable, el legado histórico - artístico no lo es menos. Desde los primeros tiempos el hombre ha encontrado en estas tierras un lugar idóneo donde asentarse, dejando a lo largo de los años una importante y valiosa huella en forma de manifestaciones artísticas, culturales y arquitectónicas. Pinturas rupestres, dólmenes, puentes de piedra, calzadas, restos de fortalezas, iglesias y conventos, son algunos de los vestigios de otras épocas que podremos visitar.

La gastronomía está basada principalmente en la cocina pastoril propia del sistema agroganadero de la dehesa, destacando los platos elaborados con productos del cerdo y la caza.

Las fiestas y romerías alegran la vida tranquila de los habitantes de los pueblos que forman este territorio. A lo largo del año se suceden numerosas fiestas, religiosas o paganas, donde la música, el baile, los dulces y los trajes regionales cobran especial protagonismo.

Sin duda, Monfragüe, Los Llanos y el Valle ofrece multitud de posibilidades, permite disfrutar de la naturaleza pero también de su historia, su cultura, de sus pequeños pueblos habitados por gente hospitalaria, manteniendo aun vivo el encanto del medio rural.



El bosque y matorral mediterráneo tiene su máxima representación en el Parque Natural de Monfragüe, el área más extensa de vegetación y mejor conservada de monte mediterráneo en la Península. La excepcional fauna que alberga, más de 200 especies de vertebrados, le han hecho merecedor de otros reconocimientos como Zona de Especial Protección de las Aves (ZEPA), Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Reserva de la Biosfera por la UNESCO. La especie más significativa es el buitre negro, ya que aquí se encuentra la mayor colonia del mundo, pero además destacan las poblaciones de águila imperial y cigüeña negra. Es fácil observar en los roquedos buitres leonados, alimoches, búho real y halcón peregrino entre otras. En las orillas de los ríos y arroyos encontraremos cormoranes y garzas, pero además galápagos y nutrias. Los jabalíes, ciervos y zorros son muy abundantes y fácil de encontrar cerca de las carreteras. En cuanto a la flora, predominan, en las laderas suaves de las sierras y en las llanuras que rodean el parque, la dehesas de encinas y alcornoques, las especies arbóreas más abundantes. Pero es en las umbrías donde una densa vegetación se nos presenta prácticamente inalterada ofreciéndonos una visión de lo que pudo ser el Monte Mediterráneo en su estado original. Madroños, brezos, durillos, cornicabras y labiérnagos se entremezclan con especies de porte arbóreo como quejigos y alcornoques, configurando una impenetrable vegetación.

Los Llanos, situados en el entorno de Trujillo, son extensos pastizales, que a pesar de ser el resultado de la deforestación del bosque primitivo para un aprovechamiento maderero o para ganar terrenos de cultivo, han adquirido con el tiempo un gran valor ecológico acogiendo a un gran número de especies estepáricas. Entre la avifauna que habita estas llanuras destacan las avutardas, gangas, ortegas, sisones, aguiluchos cenizos, cernícalos, cogujadas, alcaudones y milanos, tan frecuentes en todo el territorio.

El Valle, situado al norte de Monfragüe y los Llanos, es una gran llanura con suaves ondulaciones formada por la acción fluvial de los ríos Tajo y su afluente Tiétar. Presenta una gran variedad de paisajes, vegas, llanos, dehesas y pequeñas montañas, que acogen a una importante diversidad de avifauna. Embalses artificiales como el embalse de Valdecañas y Arrocampo se han convertido en verdaderos santuarios de aves acuáticas, tal es la abundancia y diversidad de fauna que acogen que están declarados Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Entre las especies que podemos encontrar destacan las garzas, garcetas, cormoranes, somormujos, martinetes, avetorillos, garcilla cangrejera, ánsares, porrones común y moñudo, pato cuchara y ánade silbón; destacan las poblaciones de aguilucho lagunero y calamón. El embalse de Valdecañas es además dormidero de unas mil quinientas grullas que eligen este territorio como cuartel de invernada. Otro lugar de interés es el Corredor Ecológico y de Biodiversidad Pinares del Tiétar, donde crían cigüeñas blancas y negras, águilas calzada, culebrera, azores, gavilanes y cernícalos entre otras.

En esta tierra, tan mimada por la naturaleza, la mano del hombre ha esculpido sus huellas a lo largo de los siglos, surcando la comarca de pequeñas sorpresas y hallazgos singulares, que permiten al viajero completar el puzzle de la historia desplazándose sólo unos pocos kilómetros.

Testimonios de la Prehistoria son las series de pinturas rupestres esquemáticas, situadas en las Cuevas del Castillo, del Peine o de los Murciélagos, en el Parque Natural de Monfragüe, las Estelas de Torrejón el Rubio, de la Edad del Bronce o el Tesoro de Serradilla, de influencias fenicias.

Los romanos llamaron a Monfragüe Monsfragorum, (monte fragoso), pero fueron los árabes los que dibujaron su silueta al construir en lo alto de un roquedo el castillo, que aún hoy, regala al visitante las mejores vistas panorámicas del Parque.

Importantes muestras del románico podemos encontrarlas en la Iglesia de Santa María, en Trujillo, villa medieval declarada Conjunto histórico de Interés Cultural, que invita a pasear por calles y plazas sembradas de palacios, conventos, iglesias, casas solariegas y multitud de bellos rincones con ejemplos de diversos estilos artísticos, destacando la plaza mayor, sin duda, una de las más bellas de España.

El arte gótico tiene en el castillo de Belvís de Monroy y en el puente sobre el río Almonte, en Jaraicejo, ambos monumentos declarados de Interés Cultural, dos de los ejemplos más relevantes de la comarca.

El renacimiento dejó una magnífica herencia monumental con numerosos ejemplos de arquitectura civil y religiosa, como las iglesias parroquiales de Malpartida de Plasencia, Casatejada y Jaraicejo, o la ya mencionada Plaza Mayor de Trujillo.

En el municipio de Serradilla se encuentra el Convento del Santo Cristo, en estilo barroco, que además de la talla del Cristo de la Victoria, obra maestra de la imaginería de la época, alberga una exposición de magníficos lienzos de importantes autores de la época.

Cualquier carretera lleva a un destino donde disfrutar del legado histórico que se ha mantenido hasta nuestros días, y también del presente, en forma de arquitectura rural, adaptada a las necesidades de los que habitan la comarca.

La abundancia de caza y las extensas dehesas de encinas, hábitat del cerdo ibérico, determinan un paisaje culinario muy rico, que da lugar a una cocina sencilla y tradicional, practicada durante siglos por pastores y campesinos.

El reconocimiento a su gran calidad lo certifican las Denominaciones de Origen que ostentan los ingredientes presentes en cualquier receta. Para empezar el día con un desayuno típico, le proponemos las típicas migas, torrijas con miel o tostada de pan y aceite. Para la comida o la cena hay una gran variedad de platos regionales que satisfacen los paladares más exquisitos. Siempre es un acierto empezar con una degustación de ibéricos y una tabla de quesos, donde no faltarán la Torta del Casar o quesos de cabra de Los Ibores, ambos con denominación de origen. Como primer plato sugerimos nuestros gazpachos, blanco o de tomate, espárragos trigueros, sopa de tomate o las sabrosa criadillas de la tierra. El cerdo, el cordero y el cabrito ofrecen muchas posibilidades en la cocina. Muy de nuestra tierra es el frite de cordero, el cochifrito o la caldereta de cabrito. Los platos de caza, con sabor a monte extremeño, son un manjar para los amantes de lo auténtico. El pescado tiene magníficos representantes en la tenca frita o la trucha preparada de mil maneras. Haciendo caso al refrán que dice “donde fueres, bebe lo que vieres”, se aconseja acompañar la comida con vinos de la tierra, destacando los tradicionales pitarras y los pertenecientes a la Denominación de Origen Rivera del Guadiana.



Por último, no se debe abandonar la mesa sin postre, la leche, el queso, la miel y frutos del bosque como frambuesas, arándanos y moras, tienen garantizada su presencia. Así podrá degustar leche frita, repápalos y tartas de queso. Existe además una gran variedad de dulces típicos como perrunillas, bollas, floretas, dedos de santo y rizos.

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